El rastreo
es el arte de seguir a una persona, animal o vehículo por medio de la
observación de las huellas que va dejando en su caminar. Un buen rastreador
no sólo es capaz de seguir esas huellas por sutiles que sean, sino que sabe
también deducir por su forma lo que ha hecho aquel a quien sigue, el tiempo
que le lleva de delantera, incluso su tamaño, peso y características.
Las pistas naturales permiten seguir y
localizar a una persona o animal con independencia de su propia voluntad.
Pero hay otro sistema de pistas artificiales que, por medio de signos
convenidos, permiten al que los traza el indicar a sus seguidores el camino
que deben elegir para reunirse con él, proporcionando de paso información
interesante sobre peligros de la ruta, particularidades y detalles, que
facilitan la progresión del seguidor que no conoce el camino.
La
expresión más moderna de una pista artificial es la carretera, donde una
serie de señales convenidas nos indican la velocidad conveniente, los
cruces, los peligros, los servicios existentes y otros datos que nos
permiten seguir sin vacilación y seguridad una ruta desconocida.